Las clases magistrales que sientan al estudiante en una silla durante cierto lapso de tiempo solo son la continuación de una escolarización de mas de 11 años, hagamos cuentas, cinco años en la primaria sin contar preescolar y transición, eso depende del país y la calidad educativa, luego el ciclo de bachiller básico que demora 4 años y finalizando la etapa escolar que consta de un ciclo de dos años sin contar el año de preparación (no aplica en Colombia).
Luego llega la universidad con clases extensas profundizando un conocimiento adquirido en la etapa escolar, en ocasiones el estudiante profundiza en materias que jamás ha visto, es normal ver ingenieros agrícolas que no conocen siquiera el funcionamiento correcto de las herramientas agrícolas, así como este hay muchos casos que se pueden señalar a dedo, pero no importa se trata de conseguir un título en la universidad para lograr un puesto laboral. Al conseguir el empleo, el individuo se fatiga, no es lo mismo desempeñarse como docente por principios de vocación que serlo por obligación y porque no hay nada mas por hacer.
Este es el pan de cada día en las universidades de América Latina, sin embargo hemos traído un ejemplo claro de cómo certificarse en una universidad siguiendo tu vocación y no las necesidades laborales impuestas por el mercado. Se trata de la Universidad complutense en España y más exactamente la facultad de bellas artes, al ingresar a la facultad se pueden observar graffitis, murales, y mensajes anárquicos de todo tipo, sin embargo al ingresar a las aulas se puede observar un aire de hermandad, las sillas no respetan filas ni ordenes de lista, cada quien se ubica donde quiere sin perturbar la tranquilidad de los demás.
En los salones no existe esa jerarquía docente-estudiante, aquí mientras se educa para ser felices en su vocación también se puede disfrutar de un café, la evaluación no aparece dentro de los procesos educativos, el conocimiento es multidireccional y se complementa con los planteamientos o criticas al resultado de los mismos estudiantes. La responsable de esta micro revolución es María Acaso, profesora titular de bases didácticas para la educación artística, una asignatura de carácter obligatorio para docentes que están interesados en ingresar al universo de la docencia.
La docente Acaso asegura que no se equivoca al afirmar que: La universidad se ha convertido en una maquina o fabrica para generar certificados, pues el conocimiento no ocurre con fluidez, todo depende de conseguir una nota, las universidades se desconectan del mundo real y basan sus currículos en el academicismo del siglo XIX, dejando de lado la noción que el aprendizaje también se logra leyendo en la Wikipedia, redes sociales y otras plataformas de aprendizaje online donde se puede reforzar los conocimientos aprendidos en la universidad".
La clave de la educación del futuro esta en el índice de participación, hay que buscar experiencias que transformen, que tengan una fuerza de empuje para emprender proyectos reales fuera de clase y no memorizar información para aprobar un examen con trabas y enigmas, en las fabricas todo debe estar en un lugar determinado para conseguir un resultado, sin embargo en las aulas se debe romper ese paradigma, las sillas encarriladas con dirección al pizarrón son la muestra que el conocimiento es lineal y no permite la diferenciación. Lee también: Las mejores universidades en Colombia en investigación